El bizarro juego de truco de Drácula

Vacaciones de invierno de 1989. En la ciudad de Avellaneda, imponente él, se erizaba lo que fue "el primer shopping de Sudamérica". El famoso Shopping Sur. Construido sobre la base de los resabios que habían quedado de lo que alguna vez había sido el Frigorífico "La Negra", este Mega Mercado, tenía, como se sabe, muchos entretenimientos para los chicos y adolescentes que iban variando temporada a temporada. A mi viejo ese domingo, se le ocurrió una idea: "¿Por qué no vamos al Shopping con tu amigo Maxi Frette y de una buena vez entramos al juego de terror que hay?", propuso. Hacía rato que él quería ir, pero que yo me negaba al ser, hasta ese momento un tanto impresionable a todo lo referido a lo terrorífico. Pero ese día, sin pensarlo, sin meditarlo, y con poca edad para elaborar posibles consecuencias, acepté la invitación.
Entramos al lugar. El nombre del juego, hasta el día de hoy es una de los pocas cosas de las que no me acuerdo. Pero lo voy a llamar "El pasadizo del miedo". Duraba unos diez minutos, y lo único que tenías que hacer era caminar por un pasillo angosto, oscuro, donde casi no se vislumbraba nada, y donde desde las esquinas se escuchaban sonidos cuasi terroríficos.
Mientras mi mano apretaba fuerte a la de mi padre, Maxi se reía por los muñecos de hule, muy malos, que se veían por los costados: vampiros, hombres lobo, osos, aliens. Es decir una mezcla definitivamente rara para un juego demoníaco, supuestamente.
En la mitad del pasillo, o sea, en el medio del juego, uno de los "actores" que personificaba a uno de estos personajes de película se encontraba en una jaula. A simple vista parecía inmovil, pero en el instante mismo en que la vista de los tres se guió hacia él, este muchachito abrió con tanta fuerza la reja que logró pegarme a mi en la oreja. El martinpazismo se hacía presente con más terror que nunca.
Mi viejo se transformó en ese momento en Michael Douglas en la película Un Día de Furia.
-¿Estás loco flaco, como le vas a pegar así a mi hijo?, le gritó al pseudo-mosntruo
-No fue nada señor, respondió el actor vestido de Hombre Pulpo.
-Ya mismo nos vamos, ordenó mi padre.
Es acá donde la imagen siguiente es una de las más raras que me haya tocado ver en toda mi vida. En la oscuridad se observaba una puerta y un haz de luz que se filtraba por debajo. Con un movimiento de patada al estilo Swat, mi viejo rompió esa abertura. Los tres pasamos a las bambalinas del "Pasadizo de terror". Y aquí lo que les dije: estaban Drácula y un Ogro jugando a un bizarro juego de truco, mientras que una vampireza les cebaba gentilmente mate, al tiempo que comían unos ricos bizcochitos de grasa. El martinpazismo en su máximo esplendor.
Salimos del lugar. Mi reacción fue no decir nada, ni hablar casi, ni siquiera llorar. Mi amigo solo caminaba y su mirada estaba perdida en el horizonte. Y mi viejo dijo: "Nunca más volvemos a este lugar". Le hice caso: nunca más volví a esos juegos. El bizarro truco fue demasiado para mi.

6 comentarios:

  1. Jajajajaja. Lo que vos no sabias es que Tito estaba tomando un vaso de nesquik en la jaula de al lado. chau groso.

    ResponderEliminar
  2. Menos mal que la vampireza les estaba cebando un mate y no sobando un pete.

    ResponderEliminar
  3. Noooooooo!!!!!!! rompiste la ilusión de miles de chicos bonaerenses que realmente pensaban que en en predio de La Negra había monstruos!!
    Sos un ladrón de ilusiones. Qué martinpazista!!!!

    ResponderEliminar
  4. Si mal no recuerdo, eso se llamaba Laberinto del Terror. Me contaron una situación, que cierto hombre lobo asustó a un grupo de pendejitos,uno cayó en la huída, los que huían se volvieron para ayudarlo, y creyeron que el hombre lobo lo había tirado a propósito, y cambiando terror x ira, lo agarraron entre todos al lobizón y lo cagaron a patadas.

    ResponderEliminar
  5. Epa Anónimo, esa historia no la conocía, pero está buena. Si la puede ampliar es mejor. Saludos de Sandokán...

    ResponderEliminar